Y allí estaba yo, en alguna elipse
externa a mi “comfort zone”, luchando para que los latidos de mi corazón no se
superpusieran al hilo musical y el verbo no fuera un amigo que te traiciona por
la espalda. Mi sola presencia era un mensaje. Llevaba escrita una declaración
de amor en la frente y en cuanto tú la leyeras ya no habría vuelta atrás, al
refugio de la segura y familiar zona 0, donde la vida no pasa. Entonces me
miraste con ojos titilantes y una sonrisa de felicidad se dibujó en tu rostro,
arrastrándonos a ambos, inexorablemente, como una ola de mar. Y desde allí
fuiste estrenando, desgranando, engarzando nuevas sonrisas, y yo las fui
lanzando al espacio, una tras otra, sobre los bordes de aquella otra elipse,
para que me fueran guiando, como baldosas amarillas, hacia mi nueva casa.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario
In cyberspace, everybody can hear you dream...